Ya ha empezado la Navidad, y por eso, mientras se pasea por la calle no es raro ver los productos y eslóganes típicos en los escaparates, las luces en la ciudad, los anuncios y películas navideñas en la televisión, los supermercados plagados de turrones… Si bien la Navidad se ha asociado tradicionalmente a momentos de felicidad y de reunión con los seres queridos, no todo el mundo disfruta por igual o tiene el mismo interés en estas fechas.
Seguramente, para aquellos que son religiosos, tienen buenas relaciones familiares, disfrutan dando y recibiendo regalos, decorando la casa y preparando comidas especiales o «vuelven a casa por Navidad«, estas fiestas serán un momento de felicidad y emociones positivas. Sin embargo, existen personas a las que las Navidades tan sólo les generan emociones «negativas» (aunque en realidad, ninguna emoción es negativa, todas nos informan y ayudan a adaptarnos al entorno, por lo que sentirlas es positivo).
Para muchas personas la Navidad es una época en la que aparecen o se intensifican las tensiones y conflictos familiares o de pareja, aumenta la ansiedad, pueden aparecer crisis personales (pues acaba el año y se reflexiona sobre lo que se ha conseguido y lo que no, sobre los proyectos personales, sobre la posición en la que se está), a veces se extraña a los seres queridos que ya no están y se percibe más todo aquello que se tuvo y ya no… Lo cierto es que los datos hablan por sí mismos: en esta época aumenta el consumo de ansiolíticos y antidepresivos y el número de suicidios. ¿Se puede hacer algo para vivir estas fiestas de una manera menos angustiosa?
La respuesta es sí. En cierto modo, cómo se sienta alguien en el mundo que le rodea depende de sí mismo y, si bien es cierto que hay situaciones que no se pueden controlar, lo que sí se puede es cambiar la forma de mirarlas, quizá de una manera más positiva y sana.
¿Por qué no se disfruta de las fiestas?
- Expectativas muy altas y rigidez cognitiva. Uno de los principales problemas por los que estas fechas se convierten en algo tedioso es la exigencia y las expectativas tan altas que se generan. Esto, promovido también por la publicidad, puede ser motivo de ansiedad, frustración y desesperanza. Sólo hay que fijarse en los eslóganes que contribuyen a idealizar cómo se deben vivir estos momentos (en familia, tenemos que dar una comida perfecta, tenemos que estar guapos, ser felices, etcétera). No ser flexible cuando se piensa «cómo debe ser la Navidad» puede provocar malestar.
- Fallos de comunicación (falta de asertividad). Otra dificultad es la aparición de conflictos con otras personas o con uno mismo. A veces la forma de comunicarnos con los demás durante las fiestas es hostil o, por el contrario, no decimos qué opinamos, qué queremos, qué sentimos… Llegando a acudir a eventos a los que no se quiere asistir, a recibir o hacer regalos cuando no se desea… Todo ello puede favorecer la aparición de conflictos, tensiones y ansiedades.
- Mala planificación. En ocasiones pueden surgir conflictos por el lugar donde celebrar las fiestas o por lo que se va a preparar. También puede ocurrir que quien se encarga de la preparación se agobie o se sienta presionado…
- Falta de tiempo para uno mismo. Como consecuencia de todo lo anterior, se puede llegar a olvidar auto-cuidarse, darse tiempo para sentir, mimarse y para pensar en un mismo.
Pautas para disfrutar (en la medida de lo posible) de la Navidad.
Como se ha anunciado al principio de este post, hay diversas cosas que se pueden hacer para que la Navidad no sea tan angustiosa.
- Cuando se haga balance personal del año, valorar también lo que sí se ha conseguido. Los pequeños logros son muy importantes, son pasos que acercan a aquello que se desea conseguir y, en muchas ocasiones, estos logros nos hacen sentir una gran ilusión y felicidad.
- La Navidad no va a solucionar los conflictos que tengamos con los demás, conflictos que en muchas ocasiones están presentes el resto del año y se intensifican por el aumento de tiempo y de convivencia con otras personas, por eso, es conveniente solucionarlos cuando surgen y, en todo caso, no dejar que afloren las discusiones y arreglar las cosas cuando se puedan tener espacios libres de conflictividad. Intentar tratar temas agradables y atractivos.
- Centrarse y tener claro lo que es importante para uno mismo. Se pueden aprovechar las reuniones familiares y de amigos para volver a ver a quienes hace tiempo que no se ven, para retomar el contacto y las actividades juntos. También puede ser un buen momento para tomar decisiones sobre lo que se quiere hacer, para ilusionarse con proyectos personales.
- Decidir qué se quiere en realidad y decir «NO» a aquello que no se desea hacer o que va a generar ansiedad: no regalar nada por obligación, no asistir a eventos a los que no apetece acudir, hacer un viaje si se desea… En definitiva, vivir la Navidad como una oportunidad para descansar, quererse y cuidarse.
- Expectativas realistas. La Navidad (como otros momentos del año), no es perfecta, no se deje llevar por lo que aparece en la publicidad, no se tiene que estar siempre feliz o siempre dispuesto. No idealizar y marcar los propios objetivos, permitirse ser flexible.
- Buscar apoyo. Puesto que en estas fechas las personas tienen más tiempo, puede ser un buen momento para compartir sentimientos, lo que nos ocurre, las ilusiones y estar rodeado de personas que le hagan sentir a gusto.
«La Navidad no es un momento ni una estación, sino un estado de la mente. Valorar la paz y la generosidad y tener merced es comprender el verdadero significado de Navidad»
Calvin Coolidge (Presidente de los Estados Unidos. 1872-1933)
Rosa Hidalgo-Barquero Torres.
Referencias:
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