Comienza una época en la que desde los escolares hasta universitarios se presentan a los exámenes parciales o globales de las diferentes asignaturas. Es por tanto, un momento de mucho estrés y de gran esfuerzo no sólo cognitivo, sino a veces, emocional, es por ello, que, en algún momento, la motivación puede flaquear. ¿Qué se ha de hacer para mantener y mejorar la motivación en los estudios?
No estar suficientemente motivado dificulta el proceso de aprendizaje pues posiblemente a la persona le resulte complicado iniciar el estudio, mantenerse concentrado, memorizar….
Antes de explicar cómo podemos mejorar o mantener la motivación en el plano académico, conviene saber qué es y que tipos de motivación existen.
¿Qué es la motivación?
Se puede definir la motivación como aquel proceso implicado en el inicio de un comportamiento y que permite guiar y mantener una determinada conducta para lograr un objetivo o satisfacer alguna necesidad. Esto es lo que nos permite seguir trabajando para conseguir aquello que deseamos incluso cuando es realmente dificil, por ejemplo, es lo que permite a un corredor olímpico seguir entrenando para conseguir la medalla de oro.
Es un proceso que no es exclusivo de los seres humanos, puesto que puede ser observado también en los animales.
Hay otros factores que es importante cuidar puesto que también intervienen en la motivación como son: la autoestima, los niveles de estrés y ansiedad o la fatiga entre otros.
Según las diversas teorías de la motivación que se han desarrollado a lo largo de la historia (la teoría de la pirámide de Maslow, la teoría de Herzberg, la de Mcclelland…), el grado o nivel de motivación dependerá de la importancia dada por la persona a aquello que recibirá o que conseguirá.
Tipos de motivación
Aunque hay muchas clasificaciones, quizá la más conocida es la división de la motivación en intrínseca y extrínseca. Es habitual encontrar que cuando un estudiante se enfrenta a un proceso de aprendizaje, los dos tipos de motivación intervienen en el buen rendimiento académico y la capacidad para aprender y memorizar, si bien, dependiendo de la persona, los niveles de cada una de ellas pueden varias.
Motivación intrínseca
Esta clase de motivación viene del interior del individuo. Se asocia al crecimiento personal y la autorrealización, así como con el placer al realizar determinada actividad.
A nivel académico, esta motivación podemos detectarla en aquellos que se apasionan con algún tema en concreto, no importando tanto si aprueban o no, sino lo aprendido. Normalmente el rendimiento cuando existe este tipo de motivación es bueno porque está relacionada con el placer, la satisfacción, el disfrute y la felicidad. Un ejemplo podrían ser aquellos que estudian historia incluso cuando no se van a presentar a un examen, o los que estudian varios idiomas o varias carreras universitarias «porque les gusta estudiar».
Motivación extrínseca
Este tipo de motivación tiene lugar cuando las motivaciones provienen del exterior, la persona es recompensada por otras. Esta estrechamente relacionada con el condicionamiento.
Un ejemplo relacionado con el estudio puede ser el gran esfuerzo que hace la persona por estudiar una determinada asignatura, incluso a pesar de no estar interesado en ella, para conseguir el reconocimiento social por ser el mejor alumno de la clase, el que mejor notas saca… En este caso la recompensa es externa (cómo reaccionaran el resto de la clase o su entorno es lo que hace que estudie) y podríamos hablar de motivación extrínseca.
Consejos para mantener y mejorar la motivación en los estudios.
- Tener clara la meta y perseguirla a pesar de la pereza. Aunque estudiar puede ser aburrido y puede hacer que se pierda la perspectiva, tener claro porque lo se está haciendo y visualizar aquello que se desea conseguir suele animar y permitir vencer a la pereza. No obstante, es recomendable no obsesionarse tampoco con el futuro, pues puede llegar a ser contraproducente.
- Mantener la atención. En muchas ocasiones, cuando uno logra concentrarse, comienza a detectar determinados aspectos de aquello que se estudia que pueden ser interesantes y, una vez el interés aflora, estudiar suele convertirse en una tarea mucho más sencilla. Para mantener la atención se debe tener un buen clima de estudio (tranquilo y silencioso, sin distracciones)
- Hacer descansos. Como ya se ha comentado con anterioridad, la fatiga influye en la falta de motivación, por ello, es necesario hacer descansos periodicamente. Además, en contra de lo que muchos estudiantes piensan, es mejor descansar más si se necesita porque después se tendrá capacidad para aprender y retener. Si estamos cansados pasaremos mucho tiempo delante de los apuntes pero sin aprender nada. Se debe recordar que, a veces, es más importante la calidad del estudio que la cantidad de horas invertidas en él.
- Si es posible, estudiar de diversas maneras (teóricas y prácticas). Cuando estudiamos una asignatura, tendemos a leer y memorizar folios y folios de teoría. No es raro que resulte arduo estudiar de esta forma, por ello, si es posible, es conveniente hacer el estudio más práctico en determinados momentos (por ejemplo: se puede repasar lo ya estudiado poniéndose vídeos explicativos, haciéndose dibujos o resolviendo casos prácticos y ejercicios…).
- Permitirse fallar. A veces, aunque se haya estudiado, los exámenes son excesivamente difíciles, no están bien formulados o hacen hincapié en aspectos que no se tienen del todo claros. Si, incluso habiendo estudiado, no se aprueba, no hay que pensar en ello como un fracaso, sino como una oportunidad de mejora. Los humanos aprendemos casi todo a base de la experiencia (o de los errores), por eso el bebé que se cae muchas veces consigue caminar. Suspender un examen puede ser una forma de perfeccionar la técnica al hacer el examen o de afianzar mejor los conocimientos, e incluso, presentarse de nuevo puedo suponer una ocasión para sacar mejor nota.
- Realizar actividades placenteras al acabar el estudio. También es normal que nos falte motivación para estudiar cuando se desea hacer otras cosas. Si uno se organiza bien, estudiar puede ser compatible con realizar otras actividades más divertidas. De hecho, es recomendable, para no cansarse, cambiar de tarea cada cierto tiempo. En los descansos se pueden hacer aquellas actividades que «recarguen las pilas» y que permiten ponerse a estudiar de mejor humor.
- Si se puede, compartir lo aprendido con personas cercanas que muestren interés. Estas recompensaran al estudiante a nivel social favoreciendo la motivación extrínseca («cuanto sabe») y servirá de repaso y cómo forma de controlar qué falta por aprender.
Rosa I. Hidalgo-Barquero Torres
Referencias:
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