Habitualmente, cuando una pareja con hijos decide separarse o divorciarse, se produce en el clima familiar un conjunto de emociones y tensiones, por lo general desagradables, que afectan también a los más pequeños de la casa. No obstante, es mucho lo que los progenitores pueden hacer para que los niños no sufran en exceso.
Algunas de las preocupaciones de los padres y madres ante un divorcio son cómo afectará a los menores la separación y cómo gestionar esta situación para que los niños sufran lo menos posible.
En primer lugar, es necesario aclarar que un proceso de divorcio siempre tiene gran impacto emocional sobre los hijos por varias razones: temor a dejar de ver a alguno de los padres o a dejar de ser querido o ser abandonado por alguno de ellos, miedo asociado a los cambios que produce la nueva situación, como la posible perdida de los momentos de intimidad familiar y las actividades compartidas, los amigos, si la ruptura supone también cambiar de residencia y, quizá la más importarte, la incertidumbre que les produce que su principal red de apoyo y seguridad (la familia hasta entonces conocida) se haya roto.
¿Cómo suelen sentirse y comportarse los niños ante la separación?
Aunque las reacciones dependen en gran medida de la edad, los estilos de afrontamiento de los menores y de cómo se comporten los adultos, se pueden dar las siguientes situaciones:
- Muy a menudo los menores se sienten culpables y responsables de lo que ocurre y creen que si se hubieran comportado de otra manera ( por ejemplo no haber hecho enfadar a sus padres o haber hecho los deberes) se podría haber evitado.
- También es común que sientan enfado, tristeza, nostalgia, ansiedad, preocupación, frustración.
- Puede aparecer la apatía, depresión, falta de concentración y tendencia a la distracción, baja autoestima.
- Pueden mostrarse agresivos y romper objetos o «atacar» o recriminar a uno o a los dos progenitores por no buscar otra solución, por rendirse o por otras conductas que ellos piensan que son las que han llevado a sus padres a separarse. Idealizar al padre ausente.
- Es posible que tengan conductas regresivas, como orinarse, chuparse
- Además, es habitual que se produzcan somatizaciones como dolores de barriga, de cabeza, dermatitis, etcétera.
- Puede que no quieran ir al colegio para pasar más tiempo con alguno de los progenitores.
- Pueden asumir el rol de la figura que «falta» en la familia.
- Dificultades para relacionarse con otras personas de su edad y, en el caso de los adolescentes, incapacidad para mantener una relación estable.
- Otra conducta típica es que nieguen lo ocurrido y fantaseen con que los padres volverán a juntarse. A veces adquieren un rol activo y propician situaciones en las que los padres puedan reconciliarse, lo que normalmente genera más frustración.
- En adolescentes pueden incrementarse las conductas de riesgo (como beber alcohol, fumar, consumir otras drogas, mantener relaciones sexuales de riesgo), puede producirse un distanciamiento de alguno de los progenitores (o de ambos), comportamientos disruptivos e, incluso, delictivos
¿Qué pueden hacer entonces los padres para evitar que sus hijos? Hay varios momentos en los que una buena actuación de los padres es imprescindible, como la comunicación del divorcio, el traslado de uno de los progenitores, las visitas del padre ausente…
Cómo deben actuar los padres.
- Mostrarse pacientes y disponibles cuando los hijos hagan preguntas sobre la separación. Hablarles de forma clara y comprensible para ellos. No incitar o fomentar su fantasía de que los padres volverán a ser una pareja. No mentirles ni engañarles.
- Tratarles con cariño, procurar que comprendan que no se les va a dejar de querer ni abandonar.
- Asegurar que va a ver al padre/madre que se marcha (si es cierto que le verá a menudo). Apoyar que se siga en contacto con la familia de la ex-pareja.
- Permitirles expresar cómo se sienten y normalizar estas emociones. Mostrarse empáticos.
- Recordarles que no son los culpables ni los responsables de la reconciliación.
- No hablar mal del otro progenitor cuando estén presentes.
- Evitar refugiarse en los hijos para sentirse mejor.
- No hacer grandes cambios en la rutina diaria y procurar mantener las mismas normas y límites. Esto les hará sentir seguro.
- Mantener una comunicación respetuosa y fluida con el otro progenitor. Es importante recordar que aunque la pareja se haya roto, se sigue siendo una pareja de padres que deben continuar tomando las decisiones sobre sus hijos. No discutir delante de ellos, especialmente cuando se trate de temas relacionados con su crianza (el colegio, régimen de visitas, pensión de alimentos, etcétera). No utilizarle como canal de comunicación o como «espía».
- No pedir a los hijos que se posicionen en el conflicto de pareja.
En definitiva, hay que permitir a los niños que elaboren su duelo y se adapten a la nueva situación y para ello, el papel de ambos progenitores es el de continuar siendo una figura de apoyo, confianza y seguridad.
Rosa I. Hidalgo-Barquero Torres
Referencias:
¿Como afecta el divorcio a los hijos? – Omicrono. (2013). Omicrono. Recuperado el 16 de octubre de 2017, de http://omicrono.elespanol.com/2013/07/como-afecta-el-divorcio-a-los-hijos/
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Davidson, D. Los efectos del divorcio en los niños de 3 a 8 años y cómo se los puede ayudar. Planetamama.com.ar. Recuperado el 16 de octubre de 2017, de https://www.planetamama.com.ar/nota/los-efectos-del-divorcio-en-los-ni%C3%B1os-de-3-8-a%C3%B1os-y-c%C3%B3mo-se-los-puede-ayudar?page=full