Los humanos deben dormir una media de 7 horas diarias para reponer la energía que se gasta a lo largo del día y permitir la regeneración celular. En ocasiones, este descanso que se suele concebir como algo agradable y placentero, puede convertirse en un momento de malestar muy intenso debido a las pesadillas.
Las pesadillas suelen ser habituales en la infancia y, en determinadas situaciones, pueden aparecer en el sueño adulto. Las pesadillas pueden estar relacionadas con trastornos y enfermedades psiquiátricas, si bien desde la Psicología, la Psiquiatría y Neurología no existe consenso claro sobre la naturaleza de esta relación; sin embargo, esta no es la única causa. Para entender por qué a veces se tienen pesadillas, se debe tener en cuenta por qué se sueña.
Antes de explicar las causas de las pesadillas, es conveniente definir qué es una pesadilla, en qué momento del ciclo de sueño aparecen y conocer otros datos relacionados con ellas.
¿Qué son las pesadillas?
Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, las pesadillas son «ensueños angustiosos y tenaces». Entre las acepciones de este término encontramos también las manifestaciones psicofisiológicas de las pesadillas: «opresión del corazón y dificultad para respirar durante el sueño».
Además, el uso de la palabra pesadilla se ha generalizado y se utiliza también para describir situaciones de la vida cotidiana (o a personas) que son adversas, que generan preocupación, que molestan y enojan.
Desde el punto de vista de la Ciencia, de la Medicina y la Psicología, las pesadillas son sueños de corta duración (entre 5 y 15 minutos) que provocan terror, ansiedad, tristeza intensa, miedo, angustia y generan respuestas fisiológicas como el aumento del ritmo cardíaco y respiratorio.
Se engloban dentro de las parasomnias (trastornos del sueño que implican una conducta alterada en distintas fases del sueño o en diferentes momentos de transición del sueño a la vigilia). Las pesadillas ocurren en la fase REM (Rapid eyes Movement) del ciclo sueño, durante la segunda mitad de la noche.
Como ya se ha mencionado con anterioridad, las pesadillas forman parte del proceso madurativo de los niños, por lo que su aparición durante el sueño infantil es bastante común. Normalmente, tras una pesadilla los niños requieren apoyo para calmarse y poder volver a dormirse. Durante la adolescencia la aparición de las pesadillas suele ser menos frecuente. En la adultez es poco habitual tener pesadillas, diversos estudios así lo han demostrado, por ejemplo, un estudio de la Universidad de Pittsburgh demuestra que sólo el 29% de las personas tienen pesadillas una vez al mes y entre un 2% y un 6% tienen una pesadilla a la semana.
Principales causas de las pesadillas.
En cuanto a qué causa las pesadillas, existen diferentes situaciones que pueden llevar a una persona a tener un mal sueño:
- Predisposición genética: En ocasiones, las parasomnias tienen un componente genético que, bajo determinadas condiciones se pueden activar. Así, aquellas personas cuyos padres padecen estos trastornos, suelen tener más probabilidades de padecerlas.
- Niveles altos de estrés o ansiedad. Es la causa más frecuente. Las preocupaciones cotidianas suelen provocar malos sueños, pues las tensiones diarias influyen en nuestro sueño.
- Estrés Postraumático.
- Padecer otros trastornos del sueño.
- Cenas copiosas. Dado que al acostarse no se ha hecho adecuadamente la digestión, el organismo estará más activo y esto podrá producir la aparición de pesadillas.
- Vivir o ver situaciones impactantes justo antes de acostarse (como, por ejemplo, tener una discusión poco antes de irse a dormir o ver una película de terror)
- Dormir poco. La evidencia científica constata que cuando se duerme poco la aparición de las pesadillas es mayor.
- Padecer algunas enfermedades o consumir determinados fármacos, por ejemplo, no es raro tener pesadillas cuando se están padeciendo estados febriles.
- Consumo de sustancias nocivas. El alcohol y las drogas favorecen la aparición de esta parasomnia.
La utilidad de las pesadillas.
Si bien hay poca seguridad en torno a lo que respecta al sueño, para algunos teóricos los sueños, sean bueno o malos, tienen la función de recuperar eventos ocurridos durante la vigilia que, bien de forma consciente o inconsciente, ha afectado a la persona de algún modo. Así, se puede centrar la atención en aspectos sobre los que, de otro modo, no se reflexionaría, permitiendo su elaboración, dotándolos de significado, permitiendo que se acepte y supere aquello que ha dañado al individuo. No obstante, esto no es tan sencillo, y si bien los sueños pueden ser útiles, las personas que los tienen han de estar dispuestas a pensar y trabajar sobre los aspectos que los sueños ponen de manifiesto.
Existen estudios que hablan de la importancia de recordar los acontecimientos traumáticos puesto que favorecen cambios a nivel emocional, esto quiere decir, que centrar la atención y (re)pensar o (re)procesar estos eventos puede hacer que la persona se sienta mejor y al recuperar el recuerdo del acontecimiento, este no genere malestar.
En el caso de las pesadillas, puede ocurrir que la experiencia sea tan intensa que en lugar de hacer sentir mejor y ayudar a afrontar lo ocurrido, puede aumentar la sensación de angustia. Esto ocurre porque puede generar unos niveles de estrés tan altos que no permitan al sistema procesar el acontecimiento de una forma que no perpetúe el malestar. Por lo general, las pesadillas se refieren a acontecimientos relativamente recientes pero, a veces, traen a la mente situaciones pasadas que fueron dolorosas. Normalmente esto pasa porque las situaciones actuales (estrés laboral, dificultades de pareja, riñas familiares, inseguridades, miedos, etcétera) están activando memorias emocionales (recuerdos en forma de emociones y sentimientos) de sucesos pasados que nos hicieron sentir de la misma forma. Por ejemplo, una persona que es criticada por otra sobre algún aspecto relacionado con su aspecto. Por la noche podría soñar con su etapa escolar, en la que otros niños se burlaban o insultaban de ella por esta misma razón. Por ello, en todo caso, se podría concebir la pesadilla como un síntoma de que hay algo que duele y daña sobre lo que hay que centrar la atención y que hay que resolver.
Rosa I. Hidalgo-Barquero Torres.
Referencias:
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